domingo, 26 de mayo de 2013

Empleo: ¿Cultura Popular versus Inteligencia Emocional?



"Tal y como están las cosas", "con la crisis", "todo está mal"... son ese tipo de frases que se han ido enquistando en nuestra forma de hablar; suponen auténticas perlas (sin oriente), que pesan como grilletes a la hora de planificar lo que se quiere hacer y cómo moverse.

Se nos escapan ya a la inmensa mayoría y hay que hacer bastante esfuerzo para no caer en el derrotismo, desidia y tantos otros enemigos. El lenguaje catastrofista nos pesa.

La preocupación por el mercado laboral está contagiando hasta a quienes ya han terminado su carrera profesional con honores, a quienes estarían dedicándose a sus aficiones plenamente de no ser porque la preocupación por sus hijos, nietos, sobrinos... les embarga.

Y si nos resulta difícil entender el funcionamiento de un mercado laboral en constante cambio desde "el campo de batalla", ¿cómo hacer llegar los nuevos conceptos a aquellos alumnos que quedan fuera de estos problemas directamente pero que ven con temor lo que pasa alrededor?

A lo largo de diferentes clases se ha ido llegando a la conclusión de que eso de la Inteligencia Emocional ya se sabía, si bien faltaba alguien que viniera a ponerle etiquetas a lo ya existente, abriendo nuevos caminos para entender los cambios del entorno.

Así pues, a la hora de abordar aquello de la empatía, se traducía rápidamente en frases hechas: "no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti", "saber ponerse en los zapatos del otro"...

Llegados a este punto, se propuso en el aula ir traduciendo a refranes y frases hechas diferentes conceptos, de forma que al alumnado de consolidación y memoria, por ejemplo, le fuera más fácil entender el lenguaje que lo rodeaba (en su casa, en medios de comunicación...), y poder participar así activamente en actividades conjuntas con alumnado que estuviera preparando entrevistas de trabajo, por ejemplo.

Desconocer los nuevos conceptos y nuevas herramientas que se precisan para hacer frente a la búsqueda de empleo parece en ocasiones algo insalvable en determinadas edades, provocando que terminen sintiéndose apartadas y ajenas a lo que pasa a su alrededor, incapaces de ayudar como quisieran o, al menos, de entender ese lenguaje tan extraño que ahora abunda a su alrededor. 

¿Cómo explicar lo que es una identidad digital, lo de las redes sociales y lo de Community Manager si se desconoce hasta el funcionamiento básico de un ordenador?

¿Cómo? Pues gracias a una mezcla de motivación, interés, empatía y paciencia por parte de todos los implicados.

Dicho esto, pasamos a recapitular ejemplos tratados en el aula para traducir, en este caso, algunos de los errores más peligrosos y comunes que se pueden cometer cuando preparamos nuestra carrera profesional:

1. "Lógicamente", que no nos interese en absoluto pero que nos dejemos llevar porque es lo que se supone que hay que hacer. 
Es el fenómeno del Disimula y la mula dijo sí.
De nada sirve que haya quien acapare un montón de títulos y, estando en desempleo, se apunte a un montón de talleres de empleo si cuando toca preguntarle por su meta no sabe lo que quiere.
Inerciativa en estado puro, vamos; haciendo cosas por papá y mamá, y no por uno mismo.

2. También podemos ser muy activos, que no paremos de hacer cosas. Centrándonos en lo de ser dinámico. Verdaderos torbellinos, pero sin control, y que todo lo que hagamos no nos conduzca a nada, salvo a marearnos y a gastar energías. Ya se sabe que quien mucho abarca poco aprieta y aprendiz de mucho, maestro de nada.

3. Que yo nunca tenga la culpa de nada, que todo lo hago bien. "Ombliguismo" en estado puro que no admite errores propios, pero sí ajenos -faltaría más-. Desde "la culpa es de la sociedad" hasta lo de que "todo el mundo me mira mal"; pasando por una mala suerte a nivel cósmico. Al no reconocer los propios errores no aprendemos; y sin aprender, poco podemos ofrecer a los demás que no sean críticas o hasta acusaciones.
Doña Perfecta en acción.

4. Vamos ahora con el repelente niño vicente o sabelotodo. Tras años de estudio, sabiendo recitar cualquier enciclopedia del derecho y del revés, tengo un curriculum de impresión. Y ahí sigo y me estanco, admirando mi curriculum, viendo como crecen sus líneas hasta que todo lo sé. En este caso también vale como ejemplo lo de dormirse en los laureles, mucho ruido y pocas nueces...

5. Quien no llora, no mama. La de copias de mi CV que he mandado y la de entrevistas a las que he ido. Hasta tengo un blog sobre el tema, en el que voy recopilando frases de Steve Jobs y otras vacas sagradas que me sé de memoria... Pero nada. Bueno, yo sigo en mi línea, porque tarde o temprano, algo caerá y el que la sigue, la consigue. 

Cuesta mucho reconocer errores o realizar cambios. Si la situación es mala y nos apalancamos, sumamos lo negativo del entorno con nuestros errores, por lo que nos lo ponemos más difícil aún. Algo nos dice que no es momento de arriesgar y seguimos esa voz sin dudar; cuando el mayor riesgo es quedarse quieto o ir por el mismo camino que a nada sigue conduciendo.

Todos los puntos están relacionados con la falta de sentido común, que termina siendo el menos común de los sentidos. 

Independientemente de que surjan nuevos términos para definir lo ya existente, y que haya cada vez más nuevos tipos de estudios y trabajos, conviene no descuidar la voz de la experiencia y evitar cualquier tipo de exclusión social.

Es esperanzador comprobar cómo alumnado de diferentes edades y nivel educativo puede terminar debatiendo sobre el tema del empleo en la actualidad, aportando experiencias propias que pueden servir de guía, tanto a nivel teórico como práctico.

Para abordar el tema en el aula de forma comprensible, considero que hay ciertos recursos en la red prácticamente imprescindibles. Desde aquí, les doy las gracias por facilitarnos el trabajo :)








"LO PEOR NO ES TROPEZAR EN LA PIEDRA, SINO COGERLE CARIÑO."











No hay comentarios:

Publicar un comentario